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El 18 de enero, la Bolsa de Shanghái comenzó a negociar contratos de futuros de petróleo en yuanes respaldados en oro. Aunque en escala restringida, la iniciativa representa un mayúsculo reto al sistema del petrodólar, uno de los pilares del poderío estadounidense de posguerra.
A favor el esquema, China juega con los hechos de ser la mayor importadora de petróleo del mundo, tener el apoyo de Rusia y la posibilidad de convertibilidad del “petroyuan” en oro (en los últimos años, China y Rusia han sido de lejos los mayores compradores del metal en el mundo.
Con informes de la agencia Xinhua, el periodico brasileño Monitor Mercantil del 9 de enero pasado, afirma que Rusia, Irán, Angola, Brasil y Venezuela ya tendrían compromiso con el esquema.
¿CÓMO REACCIONARÁ WASHINGTON?
Veremos cuál será la reacción de Washington. Las tentativas anteriores de instaurar el petrodólar, como los del Irak de Saddam Hussein y de la Libia de Muamar Kadafi, terminaron trágicamente para ambos líderes y sus países.
Evidentemente, China no puede ser tratada como Irak o Libia, pero, dada la importancia del petrodólar para la hegemonía estadounidense, es de esperarse que el “Deep State” no se quede con los brazos cruzados.